Presentación

 

Barcelona es, desde hace más de un siglo, un lugar para el arte.  Tendencias como el modernisme y el noucentisme y nombres como Casas, Rusiñol, Gaudí, Picasso, Dalí, Miró y Tàpies modelaron el perfil que caracteriza a la ciudad: el de ser la urbe más creativa del sur de Europa. A pesar de la difícil situación política, la segunda mitad siglo XX supo derivar esa fuerza hacia el diseño, la moda, el cine, el circo y la arquitectura, a las que siguieron las artes performativas y la gastronomía. Este insólito espíritu creativo continua hoy como herencia activa en algunas instituciones culturales barcelonesas, que en la segunda década del siglo XXI han asumido el reto de ubicarse en el nuevo espacio universitario de convergencia europea ofreciendo una formación artística teórica a nivel de Advanced Studies y de Research Studies. Es por ello que en 2009, en el décimo aniversario de la creación del máster de estudios avanzados Pensar L’Art d’Avui, su programa de estudios se complementó con un nuevo programa máster de investigación, Gramáticas del Arte Contemporáneo, también de 60 créditos ECTS en el que, a las instituciones implicadas hasta ahora la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y la Fundación Joan Miró de Barcelona, se unieron el Museo Picasso de Barcelona, el Museo de Arte contemporáneo de Barcelona (Macba) y la Obra Social de CatalunyaCaixa (LA Pedrera), con la voluntad de ofrecer una formación de estudios avanzados y de investigación en las líneas teóricas fundamentales del arte contemporáneo.

Ambos másters están dirigidos a personas con formación o con interés por los ámbitos de la creación artística, la museística, la historia del arte, la sociología de la cultura y la filosofía, comunicación y advertising.


He aquí algunos de los motivos teóricos que impulsan esta iniciativa. A finales de los años setenta, cuando parecía evidente el agotamiento de las vanguardias y algunos llegaron a intuir el fin del impulso que había dominado el arte moderno, la tarea de pensar el arte comenzó a ser una compleja y arriesgada empresa que atrajo a algunas de las mejores cabezas de su generación:
Lyotard, Habermas, Jameson, Krauss, Kuspit, Foster, Clair o Huyssen. Tres décadas después de aquel inicio de la posmodernidad,  a la que ya hemos dejado atrás para iniciar una suerte de segunda modernidad, nos encontramos inmersos en una nueva oleada de globalización y de fenómenos imperialistas familiares en otras épocas, de crisis económica, ecológica y climática. Entre lamentaciones jeremíacas sobre la muerte del arte e ingenuas aleluyas celebratorias del mercado y el espectáculo, el arte sigue su desarrollo imparable convertido en un modo de pensar el mundo cada vez más importante y ubicuo. Con ello no ha hecho más que incrementarse el desafío para el arte crítico, radical y productivo, al tiempo que la necesidad de pensar críticamente el arte mismo.


Para el pensamiento actual el desafío consiste en intentar comprender el arte contemporáneo en general al mismo tiempo que éste se produce y ve la luz. Parece muy difícil hacer esto sin dos cosas imprescindibles:


En primer lugar, una revisión de la narrativa que describe la evolución del arte de los últimos cien años. El presente sólo tiene sentido a la luz del pasado, se hace inteligible como resultado de un proceso. Con este propósito intentamos desarrollar una visión alternativa que persigue entender las gramáticas del arte contemporáneo, no los movimientos artísticos ni las temáticas del arte. Esta propuesta teórica nos permite revisar mejor las continuidades y discontinuidades entre las vanguardias y la creación contemporánea. En realidad, además, esta revisión ha de implicar un cambio en los argumentarios mismos de la teoría, de la filosofía del arte y de la estética, un cambio, incluso, en su gramática.


En segundo lugar, una renovación importante de nuestro vocabulario y de nuestras maneras de pensar. La filosofía y la crítica del arte contemporáneo no podrán aportar grandes cosas a la solución de las interrogantes acerca del arte del presente sin ser ellas mismas creativas a la hora de reinventar y renovar el lenguaje con el que nos referimos a aquello que hacen los artistas de hoy. En este sentido, también en el pensamiento se han de producir aperturas de mundo que nos permitan ver y pensar lo que hoy apenas vemos. Para construir discursos adecuados al arte contemporáneo es necesario poner en movimiento la fuerza literaria de la filosofía y la crítica. El arte contemporáneo y los discursos sobre el arte contemporáneo se iluminan mutuamente. A Adorno le gustaba decir que las obras de arte además de ofrecer un significado nos ocultan otro y por esta razón son como jeroglíficos que nunca descifraremos del todo, lo cual da su valor irreducible al arte en un mundo donde todo es instrumentalizable, dominable, conmensurable, igualable y homogeneizable. Esto siempre ha sido característico del modo de comunicación del gran arte de todos los tiempos. Tal vez ahora se esté convirtiendo en un rasgo general del arte democratizado.


El programa del Máster de estudios avanzados Pensar l’Art d’Avui ofrece las herramientas teóricas necesarias para llevar a cabo esta tarea de comprensión. Se trata de un Máster en Estética y Teoría del Arte Contemporáneo que se organiza en dos etapas de 60 créditos europeos o ECTS cada una.


Comprende seis grandes módulos de 10 cr. que abordan sistemáticamente cada una de las temáticas teóricas o prácticas del programa. Uno de dichos módulos corresponde al trabajo práctico de investigación tutorizado que cada estudiante realiza a lo largo de todo el curso, y que se irá elaborando en workshops de grupos reducidos. El resto (50 cr.) son de clases teóricas presenciales. El idioma del máster es la lengua castellana y, en ocasiones, el inglés.



  1. I.  Filosofía del Arte

  2. II.  Gramáticas modernas

  3. III. Gramáticas posmodernas

  4. IV. Repensar Picasso

  5. V.  Repensar Miró

  6. VI. Trabajo de investigación



El volumen de trabajo que implica cursar
el máster significa un año de dedicación exclusiva con un mínimo de 12 horas de clase presenciales a la semana. Cada hora lectiva significa otras tres de trabajo en casa, bibliotecas, centros artísticos y centros de documentación. A ello hay que sumar las horas de tutorías individualizadas y en grupos, así como el tiempo de redacción del trabajo final que, habitualmente, se realiza durante el verano para entregarlo en el mes de setiembre. El total de horas que implica el máster es, pues, de unas 1500.